Alistémonos entre iguales
prestos a puerto,
¡sean nuestros los mares!
¡Aprisa! no sea que nos disequen
sus hábitos, principios, descalabros y pesares.
Vira al oeste,
sea mayúsculo este homenaje,
en popa a toda vela, emulemos
¡dichosos peregrinos!
el viaje de nuestros padres.
Pecho al aire,
-¿y mañana, y el miedo?-
¡a la suerte que disponga
la Providencia para estos!
… que recelosos de lo que no sea mar
el pendón nos late en el ánimo,
afanosos por los siglos de los siglos,
ávidos, en verdad como hay Dios
¡de ser los mejores siervos!