Del provocar y del transgredir se ha hecho marca, «business» e institución publicitaria.
Se borra en negrosangre así el genio creativo, que ya sólo sabe deambular combinando malas coreografías y arengas mil y una vez aburridas, mil y una vez digeridas, mil y una vez somnolientas.
Patrias asépticas. Animales ociosos, afeminados en su mayoría y castrados de orgullo todo. Animales neuróticos y adalides del honor canalla. Analfabetos morales por defecto e iletrados por propio mérito.
Las librerias son hoy recetarios, patético símbolo de una sociedad sociópata.
Discotecas llenas de bajas autoestimas y palabras que no valen ni un escupitajo. El librepensamiento y la opinión son clichés prefabicados por la caja tonta. Nada nuevo como novedad, esterilidad petrificada, y así me queda vivir el largo invierno de Occidente.
La Felicidad como ideología tiene serios problemas de dignidad.
Guerra espiritual.
La historia tiene muchos modos de regalar el derecho a la beligerancia. La palabra crisis es el primer calzador, la primera oportunidad.
Agrandar la herida con saña, ahogar a la Bestia.
Siempre sonriendo. Es lo mínimo que podemos ofrecerle a la posteridad.
Y que exista el cielo ….. pese a que se nos abalance inexorablemente.