Unos versos de Cirlot …

Piedras como rodillas tibias,
hierbas como cabellos rubios,
cielos como brazos de cielos.

Nace el amanecer como lo negro.
En las miradas siempre vuela el nunca.

Las ruinas de las runas en la roca
hablan de que yo estuve en este mundo,
donde el mar y la tierra de las nieblas
se funden y confunden.

La vida era una ausencia inagotable,
un laberinto de serpientes grises,
un pantano de rosas tenebrosas.

La cruz de las hogueras se ha deshecho,
las ruinas de las joyas se estremecen.

Se acerca el cementerio con los ojos
inundados de lágrimas.

Toma mi oscuro anillo inmemorial.

Mi armadura deshecha se deshace
y de sus mallas muertas salen fuegos
azules, Bronwyn; puedo verlos, tiemblan.

Tiro el guante de hierro, soy tu siervo.
El mar que me acompaña por un mar
de sombra se deshace en el vacío.

Estoy cansado de estar muerto y ser.

Toma mi oscuro anillo inmemorial.

Mi armadura deshecha se deshace
y de sus mallas muertas salen fuegos
azules, Bronwyn; puedo verlos, tiemblan.

Tiro el guante de hierro, soy tu siervo.
El mar que me acompaña por un mar
de sombra se deshace en el vacío.

Estoy cansado de estar muerto y ser.

Remolinos de cielos y de océanos
de incesantes distancias funerales.

El centro es lo lejano, y es allí
entre espirales grises y plateadas,
donde acaso la cruz es una cruz,
el cruce y el encuentro.

El centro es el lugar donde la imagen
habla desde su doble transparente.

Por el bosque del tiempo la noche del espacio,
el errar de mi busca, la boca de mi incendio.

En tus ojos, cayendo, un mar gris se levanta.

Lo espantoso es sencillo y está siempre muy cerca.

Desde la embajada de la antimodernidad

 

 

Editamos una nueva entrada con algunas reflexiones lúcidas y sin contemplaciones que nos ofrece Nicolás Gómez Dávila, a quién podemos considerar un muy digno embajador del pensamiento antimoderno, hombre que desde su particular trinchera intelectual dispara a bocajarro sus pensamientos. Aquí los ofrecemos a quién quiera darse la ocasión. De paso convidamos a que ojeen alguna de las páginas que este escritor colombiano a legado en sus Escolios para un texto implícito:

-El individuo busca el calor de la muchedumbre, en este siglo, para defenderse del frío que emana del cadáver del mundo.

-No es tanto que la mentalidad moderna niegue la existencia de Dios como que no logra dar sentido al vocablo.

-Los dioses son campesinos que no acompañan al hombre sino hasta las puertas de las grandes urbes.

-No acusemos al moderno de haber matado a Dios. Ese crimen no está a su alcance. Sino de haber matado a los dioses.
Dios sigue intacto, pero el universo se marchita y se pudre porque los dioses subalternos perecieron.

-Temblemos si no sentimos, en este abyecto mundo moderno, que el prójimo, cada día, es menos nuestro semejante.

-El hombre actual no vive en el espacio y en el tiempo. Sino en la geometría y los cronómetros.

-Con la aparición de relaciones “racionales” entre los individuos, se inicia el proceso de putrefacción de una sociedad.

-Ser moderno es ver fríamente la muerte ajena y no pensar nunca en la propia.

-La historia moderna es el diálogo entre dos hombres uno que cree en Dios, otro que se cree dios.

-Los hombres se reparten entre los que se complican la vida para ganarse el alma y los que se gastan el alma para facilitarse la vida.

-El mundo moderno no será castigado.  Es el castigo.

-Al mundo moderno precisamente lo condena todo aquello con que el moderno pretende justificarlo.

-La fealdad del rostro moderno es fenómeno ético.

-Nadar contra la corriente no es necedad si las aguas corren hacia cataratas.

-La plena vileza del hombre no se patentiza sino en las grandes agrupaciones urbanas.

-El pueblo hoy no se siente libre sino cuando se siente autorizado a no respetar nada.

-La presión demográfica embrutece.

-La urbe moderna no es una ciudad, es una enfermedad.

-No es meramente que la basura humana se acumula en las ciudades, es que las ciudades vuelven basura lo que en ellas se acumula.

Tres aproximaciones al abismo

Mar enfurecidoLa atracción por el abismo es inherente al ser humano. Un deseo irracional que incita a acercarse a lo que puede herirnos y matarnos. Desde siempre hemos buscado el peligro en sus múltiples formas y la muerte ha bailado a nuestro alrededor su danza macabra  y necesaria. Con la aparición del hecho social y la domesticación en rebaño ciudadano, el instinto del cazador de lo insodable se atrofia pero la poesia permite una suerte de redención aparente. En algunos autores se ha reflejado tal fenomeno psicológico, el anhelante delirio por la autodestrucción, con la belleza de lo sublime.

Sigue leyendo

La ciudad

“En África había conocido, desde luego, un tipo de soledad bastante brutal, pero el aislamiento en aquel hormiguero americano cobraba un cariz más abrumador aún.

Siempre había temido estar casi vacío, no tener, en un palabra, razón seria alguna para existir. Ahora, ante la evidencia de los hechos, estaba bien convencido de mi nulidad personal. En aquel medio demasiado diferente de aquel en el que tenía mezquinas costumbres, me había como disuelto al instante. Me sentía muy próximo a dejar de existir, pura y simplemente. Así, ahora lo descubría, en cuanto habían dejado de hablarme las cosas familiares, ya nada impedía hundirme en una especie de hastío irresistible, en una forma de catástrofe dulzona y espantosa. Una asquerosidad.”

L. F. Céline, Viaje al fin de la noche

Freundschafft – Amistad

FREUNDSCHAFFT

Wenn Menschen sich aus inn’rem Weste kennenm
So können sie sich freudig Freunde nennen,
Das Leben ist den Menschen so bekannter,
Sie finden es im Geist interessanter.

Der hohe Geist ist nicht der Freundschaff ferne,
Die Menschen sind der Harmonien gerne
Und der Vertrautheit hold, daß sie der Bildung leben,
Ausch dieses ist der Menschheit so gegeben.

Mit unteränigkeit Scardanelli. d. 20 Mai 1758.

AMISTAD

Cuando conócense los hombres por su valor interno
Pueden con alegria llamarse amigos,
Pues la vida es algo ya tan sabido para ellos,
Que sólo en el Espíritu más alta encontrarla pueden.

El Espíritu noble no es a la amistad ajeno,
Los hombres gustan de las armonias
Y a la confianza se sienten inclinados, viviendo para conocer.
También a la Humanidad esto le fue otorgado.

Humildemente Scardanelli. 20 Mayo 1758.

Sigue leyendo

No hay patria sin altar . . . ni sepultura

 

«La religión fue el principio constitutivo de la antigua familia. Si nos trasladamos con el pensamiento en medio de las antiguas generaciones, encontraremos en cada casa un altar y alrededor de cada altar una familia. Cada mañana ésta se reune para dirigir al altar sus primeras oraciones y cada noche para invocarle por última vez. En el transcurso del día se reúne también delante de él para la comida, que se distribuye piadosamente despues de la oración y la libación; y en todos estos actos religiosos cantan en común los himnos heredados de sus padres»

Es constitutivo del hombre el saberse, sentirse, percibirse, ni que sea de modo intuitivo, partícipe de una historia que sobre su galope porta la herencia; es ella  su particular idiosincrasía que misteriosamente le dota de identidad ante y en el cosmos, ante las incógnitas claves de la muerte y de la regulación del propio tiempo así como de los deberes sagrados.

Cualquier comunidad en que no cala el dogma contemporaneo del individualismo con su aversión automática hacia cualquier categoría por encima del bajo vientre o de la gastada y mohosa pupila allanada, reconoce el vigor de su marcha por el universo en su deuda para con los ancestros, que es autoexigencia y responsabilidad para con los que han de cerrales los ojos en su última hora.

«Fuera de la casa, … en el campo inmediato, hay un sepulcro, que es la ulterior morada de la familia. Allí descansan juntas muchas generaciones de antepasados, sin que la muerte los haya separado; allí yacen, agrupados, formando en esta segunda existencia un nucleo indisoluble . . . .»

 

Extraído de  » La ciudad antigua »  de Fustel  de  Coulanges

 

Tribulaciones

» El objeto de abrir la mente, igual que el de abrir la boca, es el de cerrarla sobre algo sólido»

Extraído de Autobiografía de Chesterton

Procuran con incontestable éxito reformular nuestro ser mediante su licuación, con movimiento incesante, agónica saturación de información ajerárquica, que es sistemáticamente prescindible y por costumbre orientada a lo lúdico, a lo contingente, a lo huídizo adjetivado en libertad.
Cualquiera se atreve con orgullo de pensarse a si reflexivo y con una convicción de superioridad moral a ejercer de altavoz ideológico de la más de las burguesas edulcoradas aspiraciones:

hacer de las creencias, principios y valores, una nimiedad estrecha, exclusiva y dócil;  hacer de ello un artículo accesorio, un detalle que se almacena polvoriento, acaso famélico, bobalicón y afónico en el cajón doméstico, enterrado bajo ese templo de la privacidad ociosa, neutral, cobarde y perezosamente tolerante, conciliadora …  indiferentemente conciliadora

…..  el espíritu domésticado pierde la fuerza para sostener la propia arquitectura, la tensión para la presteza  al golpe y la sangre para solidificar su movimiento en fuego perpetuo.

Otra de Júnger

Vimos cómo los elementos devoraban la cosecha de muchos años de trabajo; también nuestra obra se hundía en el polvo, junto con la casa. Pero en la Tierra no nos es lícito contar con terminar nada, y afortunado puede ser llamado el hombre cuya voluntad no vive con demasiado dolor en sus afanes. No se edifica ninguna casa ni se crea ningún plan en que no figure como primera piedra su ruina, y lo que en nosotros vive de imperecedero no es en nuestras obras donde reside.

– Encontrado en Sobre los acantilados de mármol, de Ernst Jünger

Rasgos aristocráticos

» … son rasgos aristocráticos el cuidado del detalle externo, la apariencia de frivolidad que utiliza el autodominio para defenderse de curiosidades indiscretas, la lentitud en el gesto y la mirada, el rechazo de honores mediocres, la convicción de que difícilmente pueden comunicarse dos corazones, la certidumbre de no tener deberes más que para con sus iguales, el sentimiento de contar siempre con algo que dar a los demás, el gusto por la forma, la desconfianza hacia cualquier manifestación de autoabandono, el convencimiento de que la cortesía es una virtud, la capacidad de olvido más que la de perdón, el amor a la ingenuidad y la capacidad de asombro, el escrúpulo ante las generalizaciones apresuradas, el poder soportar largas enemistades, la aversión por la demagogia, la llaneza y la familiaridad trivial, el gusto por el trabajo bien hecho ,.. el sentirse a la altura de la vida guardando a la vez las distancias, el estar convencido de que el saber vivir y el saber morir son una misma cosa. »

(Extracto de texto de Alain de Benoist)

Entre las memorias de un cineasta bolchevique

La verdad es el objetivo. Todos nuestros procedimientos, todos nuestros métodos, todos nuestros géneros, etc, son medios. Los caminos de la creación son varios, pero el objetivo debe ser uno solo: la verdad.

– Dziga Vertov, Memorias de un cineasta bolchevique