Piedras como rodillas tibias,
hierbas como cabellos rubios,
cielos como brazos de cielos.
Nace el amanecer como lo negro.
En las miradas siempre vuela el nunca.
Las ruinas de las runas en la roca
hablan de que yo estuve en este mundo,
donde el mar y la tierra de las nieblas
se funden y confunden.
La vida era una ausencia inagotable,
un laberinto de serpientes grises,
un pantano de rosas tenebrosas.
La cruz de las hogueras se ha deshecho,
las ruinas de las joyas se estremecen.
Se acerca el cementerio con los ojos
inundados de lágrimas.
Toma mi oscuro anillo inmemorial.
Mi armadura deshecha se deshace
y de sus mallas muertas salen fuegos
azules, Bronwyn; puedo verlos, tiemblan.
Tiro el guante de hierro, soy tu siervo.
El mar que me acompaña por un mar
de sombra se deshace en el vacío.
Estoy cansado de estar muerto y ser.
Toma mi oscuro anillo inmemorial.
Mi armadura deshecha se deshace
y de sus mallas muertas salen fuegos
azules, Bronwyn; puedo verlos, tiemblan.
Tiro el guante de hierro, soy tu siervo.
El mar que me acompaña por un mar
de sombra se deshace en el vacío.
Estoy cansado de estar muerto y ser.
Remolinos de cielos y de océanos
de incesantes distancias funerales.
El centro es lo lejano, y es allí
entre espirales grises y plateadas,
donde acaso la cruz es una cruz,
el cruce y el encuentro.
El centro es el lugar donde la imagen
habla desde su doble transparente.
Por el bosque del tiempo la noche del espacio,
el errar de mi busca, la boca de mi incendio.
En tus ojos, cayendo, un mar gris se levanta.
Lo espantoso es sencillo y está siempre muy cerca.