» El objeto de abrir la mente, igual que el de abrir la boca, es el de cerrarla sobre algo sólido»
Extraído de Autobiografía de Chesterton
Procuran con incontestable éxito reformular nuestro ser mediante su licuación, con movimiento incesante, agónica saturación de información ajerárquica, que es sistemáticamente prescindible y por costumbre orientada a lo lúdico, a lo contingente, a lo huídizo adjetivado en libertad.
Cualquiera se atreve con orgullo de pensarse a si reflexivo y con una convicción de superioridad moral a ejercer de altavoz ideológico de la más de las burguesas edulcoradas aspiraciones:
hacer de las creencias, principios y valores, una nimiedad estrecha, exclusiva y dócil; hacer de ello un artículo accesorio, un detalle que se almacena polvoriento, acaso famélico, bobalicón y afónico en el cajón doméstico, enterrado bajo ese templo de la privacidad ociosa, neutral, cobarde y perezosamente tolerante, conciliadora … indiferentemente conciliadora
….. el espíritu domésticado pierde la fuerza para sostener la propia arquitectura, la tensión para la presteza al golpe y la sangre para solidificar su movimiento en fuego perpetuo.